1 ago 2014

Enriqueta Martí, la vampira del carrer Ponent

La historia acontecida por Enriqueta Martí Ripollés ha suscitado el terror por los que aún la recuerdan y sumergió las calles del año 1912 en la más absoluta oscuridad. Esta historia real mezcla vampirismo, magia y brujería con una serie de raptos y asesinatos de niños.
A principios del siglo XX Barcelona estaba sumida en una psicosis producida por una serie de secuestros de niños pequeños. La prensa de la época escribió varios reportajes y dio una serie de hipótesis sobre el causante de los raptos. La principal pista era un extraño carruaje negro se se dejaba ver antes del secuestro.
Teresa Guitar era una niña de 5 años que jugaba en las inmediaciones de la calle San Vicente, como cualquier otro niño de la época. A Teresa le gustaba mucho ver como bailaba la gente en la popular sala de baile La paloma en el barrio barcelonés del Raval. Repentinamente una mujer corpulenta y desaliñada se abalanzó contra ella y con una manta la envolvió y la secuestró. El 27 de Febrero 1912, cerca de las 11 de la noche y transcurridos 17 días de secuestro, una vecina del barrio, Claudia Elías, pudo observar un rostro infantil atemorizado asomándose por un sucio ventanuco de cristal del número 29 de la antigua calle Ponent, actualmente renombrada a Joaquín Costa. Nunca antes había visto a aquella jovencita y decidió alertar a comisaría pensando de que podría tratarse de algún niño secuestrado. Acudieron los policías Josep Asens y Juan Ribot, y se dirigieron hacia la casa, donde residía una mujer de 43 años que encajaba con algunas descripciones proporcionadas por los testigos de los secuestros, Enriqueta Martí. 
 
Cuando la policía aporreó la puerta de Enriqueta, abrió la mujer y les atendió en una actitud afable. Los policías no querían apresurarse y acusar a la mujer, por ello irrumpieron en la casa con la escusa de una inspección sanitaria. En principio la inspección de la casa era normal, salvo una puerta que estaba cerrada con llave y Enriqueta era reacia a abrir. Cuando abrieron la puerta encontraron una escena atroz, algo que marcaría las retinas de aquellos policías para toda su vida.
Encontraron un saco ensangrentado lleno de ropa de niños, un gran cuchillo para desollar carne empapado de sangre, en las paredes habían agujeros repletos de huesos y cabelleras enteras de niños y niñas pequeñas. Se contabilizaron 13 niños y niñas aparentemente y entre ellos, la pequeña Teresa Guitar de 5 años secuestrada 17 días antes. Enriqueta pasó a disposición judicial, la gente se aglomeraba en la calle Ponent para contemplar el horror. Esta mujer había sido prostituta en el pasado, con el paso del tiempo decidió montar un peculiar burdel especialmente dirigido a pedófilos. Un día cerró el burdel y decidió cumplir sus atroces deseos en la intimidad de su casa, llegando a utilizar magia negra y rituales con los niños, para crear ungüentos y pócimas capaces de curar la tuberculosis y venderlos al mercado negro. En el interrogatorio la mujer afirmaba como drenaba la sangre de los pequeños, la almacenaba en recipientes y se la bebía motivo de un ritual, por ello fue apodada la vampira del carrer Ponent. Era una mujer que de día se vestía de pobre, para encontrar a niños y trazar el plan de secuestro, por las noches se vestía de seda para pasar desapercibida, tener una doble identidad. Utilizaba un extraño libro, un grimorio mientras que sacaba la manteca de los pobres niños con el cuchillo.
 
Enriqueta intentó suicidarse en dos ocasiones en la prisión, pero sin ningún éxito, aunque encontró la muerte a manos de las reclusas que, se abalanzaron hacia ella y le asestaron golpes mortales.