Metro-2 es un supuesto sistema de metro subterráneo en Moscú, Rusia que funcionaría en paralelo al sistema convencional de metro de la ciudad. Esta leyenda nunca ha podido ser confirmada, pero tampoco ha sido desmentida por el Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa, ni por los máximos responsables del metro de Moscú. Pero los rusos, aferrados a las teorías de la conspiración, están convencidos de su existencia. El sistema fue presuntamente construido, o por lo menos iniciado, durante la época de Stalin, a finales de los años 40, durante el período de la guerra fría y fue llamado en código, D-6, por la KGB (la agencia de inteligencia rusa). La administración del Metro de Moscú ni desmiente ni confirma la existencia de este sistema subterráneo alternativo.
Se conjetura que la longitud del Metro-2 excede a la del Metro público de la ciudad, que posee cuatro líneas, y que se puede localizar entre los 50 y 200 metros de profundidad respecto a la superficie a nivel de calle. También se rumorea que conecta el Kremlin (edificios civiles y religiosos) con los cuarteles de Servicio Federal de Seguridad, el Aeropuerto del Gobierno, la legendaria ciudad subterránea de Ramenki (capaz de albergar a miles de personas y otras instituciones estatales y militares), entre otros sitios estratégicos de la Federación Rusa. Esas conexiones servirían como primer sistema de evacuación para altos dirigentes en caso de disturbios o de un conflicto nuclear.
En 1994, un grupo de exploración dijo haber encontrado una entrada a este sistema subterráneo. Pero la mayoría de las fuentes coinciden en la escasa verosimilitud de la historia ya que pese a los testimonios de personas que dicen haber ayudado en la construcción de este sistema no existen testimonios fiables de primera mano.
En 2006 los trabajadores que se encargaban de la demolición del Hotel Rossiya encontraron bajo sus cimientos una red de túneles y un inmenso búnker, que albergaba almacenes de alimentos, generadores para producir electricidad y dormitorios.
En 2006 los trabajadores que se encargaban de la demolición del Hotel Rossiya encontraron bajo sus cimientos una red de túneles y un inmenso búnker, que albergaba almacenes de alimentos, generadores para producir electricidad y dormitorios.
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